El ataque al Invencible

Muchas versiones han circulado en el mundo sobre la veracidad del ataque al Invencible

La integridad de quienes cumplieron esta misión, los que habían estudiado perfectamente la silueta del mismo y aquellos que perecieron en el intento son el mejor testimonio.

Lo que les puedo decir es que, mal que les pese, el día 30 de Mayo de 1982, el portaaviones fue alcanzado por un misil Exocet lanzado por un Súper Etendard y por las bombas de dos A 4C Skyhawk; en algún lugar lo deben estar reparando para hacerlo aparecer con la cara limpia y disminuir en algo ese tremendo éxito de los aviadores argentinos. He aquí el relato de uno de los protagonistas.

Todo empezó el día 29 de Mayo de 1982.

Como yo había tenido hacia muy poco tiempo una misión, me consideré libre y decidí dedicarme a disfrutar de un merecido descanso. Relajé uno a uno mis músculos, puse mi mente en blanco, y en ese instante llegó un soldado a decirme que me llamaba el Primer Teniente Ureta.

-“Cámbiese que salimos”- me dijo.

Cumplí la orden.- No me puede adelantar algo, aunque sea cual es el blanco? Pregunté.

Íbamos a otra base para dispersión de aviones (esto significa cambiar el lugar de asentamiento de los mismos para evitar una sorpresa enemiga en tierra).

– posteriormente tenemos otra misión de diversión (entiéndase distraer la atención del enemigo), pues los Súper Etendard van a salir a buscar al portaaviones.

Despegamos.
Enseguida tuve problemas de comunicaciones y una vez juntos en el aire, hice señas de que no escuchaba nada.

Con nosotros también venían el Primer Teniente José Daniel Vázquez, el Primer Teniente Omar Jesús Castillo y el Teniente Paredi.

Navegamos, si ellos subían, yo subía. Si iban rasante, los seguía, si estaban en final, yo entraba. Aterrizaron y aterricé. Saqué mi avión de servicio por falla de radio.

En cuanto ingresé a la sala de pilotos, note un ambiente cargado de electricidad. Eran las 13.10 horas.

Nos llamaron a la sala de operaciones; aún estábamos sin comer, “Sentarse, tienen que cumplir una misión”

Pregunté: Cual es el objetivo?

– ¡El portaviones!!!!!

Continué copiando, había muchas cosas por hacer y poco a tiempo para pensar… ¡Gracias a Dios!!!

Minutos después llego el Mayor Lupiañez y nos dijo: tranquilícense, muchachos, que se suspendió.

Guardamos todo y nos fuimos a comer.

Mientras comíamos, le dije al Primer Teniente Castillo que no había estado en la reunión, que el blanco era el Portaaviones, dejo de comer.

–“Tranquilícese, que esta cancelada”, le dije.

–“No, esta demorada”, me dijo el Primer Teniente Ureta; deje de comer.

Más tarde nos dijeron que debíamos cambiar dos aviones de los que trajimos pues no estaban en condiciones óptimas.

Se fueron el Primer Teniente Vázquez y el Piran.

Deambulamos por toda la base, preocupados, cansados, sin elementos de aseo. Cenamos todos juntos.

Hablé con mi padre por teléfono y le dije que no se hiciera problemas, que debía cumplir una misión difícil y solo quería escuchar su voz antes de salir. Él es militar y me entendió. Me despedí pensando que quizás era la última vez que escuchaba su voz. Antes de cortar, me dijo a “Tené Fe”

Nos fuimos a dormir a un lugar bastante incomodo; extrañábamos nuestro ambiente. No dormí nada.

Me levanté y pregunte si había alguna novedad, nadie supo darme una respuesta satisfactoria.

Al mediodía del día 30 llegaron los que traían los aviones. Invite al Primer Teniente Castillo a dormir un rato y me dijo que no, pues quería comprar unas cosas para su familia. El Primer Teniente Ureta acepto mi invitación.

Dormimos un rato. De pronto sonó el teléfono y realmente ninguno de los dos quería atender, pues presentíamos lo que significaba ese llamado. Vino un soldado y atendió, lo retamos por demorarse en atender. Era para nosotros, mandamos a pedir un vehículo para darnos un pequeño lujo y fuimos a la sala de pilotos.

Llego la orden y de diversión tenía muy poco; era ataque.

Estaba grave la cosa. Planificamos, hicimos la reunión previa. Era una misión conjunta con los Súper Etendard, de los cuales una llevaba el misil Exocet y el otro iba como apoyo de radar.

30 de Mayo de 1982 - Ataque al Invincible

Si fallaban los SE, dos de los A4C o uno de los KC-130 de reabastecimiento nos volvíamos.

Si encontrábamos piquetes de radar antes del blanco, nos volvíamos. Si no encontrábamos el blanco nos volvíamos, todo salió a la perfección.

30 de Mayo de 1982 - Ataque al Invincible 1

Los SE despegaban 5´ antes que nosotros.

Nuestro indicativo de Escuadrilla ese día era “Zonda”

Rezamos un Ave María en la cabecera de pista y despegamos solo cuatro A4C. Nos reunimos. A 70 Km de la costa se rompió el horizonte artificial de mi avión, el Primer Teniente Vázquez me dijo que me volviera, y desde tierra el Jefe de escuadrón me dijo que siguiera.

Por haber iniciado el regreso, perdí unos 50 km, yendo al reabastecimiento solo.

Al Hércules de adelante fueron los SE y al de atrás nosotros.

Ataque 2

Hicimos casi 200 km sobre el mar alternándonos en las mangueras de jugo. Llegamos al punto de desprendimiento, formamos los dos sistemas juntos- los SU y los A4C- y nos lanzamos con una sensación de desamparo a esa inmensidad azul. Unos 100 km adelante iniciamos el descenso.

Ataque 3 C-321 al mando del Primer Teniente Ureta,rebasteciéndose desde el TC-70 al regreso del ataque  Invincible

La meteorología estaba mala, con cúmulos nimbus, viento, lluvia y un mar muy encrespado del que volaban nubes de espuma.

Alcanzamos el rasante.

Luego de un tiempo subieron los SE a cierta altura para chequear con el radar, descendieron, volvieron a subir, y así sucesivamente.

Yo iba controlando mi navegación. Sabía que a una distancia determinada debían lanzar el misil.

Cuando mi equipo me indico la distancia, mire hacia el guía y vi salir al misil que llevaba en su ala derecha, tenía cabeza gris y de su tobera salía una llamarada constante, producto del quemado de su propulsante. Apenas lanzado, inició un ascenso de unos 15°, luego, bruscamente inició un descenso de unos 30° en picada, parecía que iba a estrellarse contra el agua, pero al llegar a esta, se puso paralela y se estabilizó en vuelo rasante. Comenzó a alejarse, dejándonos lentamente atrás, formando una nítida estela con los gases de combustión.

Ataque 1

Los SE, cumplida su misión, iniciaron un viraje y regresaron a su base. Perdimos de vista al misil.

Un minuto después lo vi al frente de nosotros, inconfundible, inmenso, majestuoso; veníamos entrando por la popa del Invencible.

Le avise al jefe de Escuadrilla, hasta ahí el silencio había sido total para los “Zonda”: ¡al frente el portaviones!!!

Nos empezamos a juntar. Era un instante sobrecogedor, impresionaba. Era la realidad de lo que puede un corazón contra la ciencia.

Iniciamos el ataque de dos de cada lado. Mientras nos acercábamos comenzó a salir humo a ambos lados de la torre (producido por el impacto del Exocet) el que fue aumentando rápidamente su intensidad.

Unos 13 Km. antes vi una explosión a mi izquierda, la que alcanzó de lleno al Primer Teniente Vázquez. Siguió el Primer Teniente Ureta al frente del ataque, el Primer Teniente Castillo y yo a cada lado.

Cuando ya llegábamos, a 2 Km. Otra explosión, cuya onda expansiva sacudió mi avión, abatió al Primer Teniente Castillo, que fuera, como cadete, abanderado de la Escuela de Aviación Militar en Córdoba, y primero en su promoción.

Apreté rabiosamente el disparador de mis cañones. Llegué al blanco cuando este estaba totalmente cubierto por el humo. Su mole tapo todo frente a mí, apreté el disparador de mi bomba y salí por un costado, temiendo chocar contra su torre, oculta por el humo. El guía también arrojo su bomba delante mío.

Salí por la derecha, seguí al frente, volví por la izquierda, puse G negativas, y después positivas, inventé maniobras esquivando los misiles que sabía que me estaban tirando. Mientras me alejaba, el portaaviones había perdido completamente su contorno y era solo una nube de humo en el mar.

Ataque 4

Me empecé a preocupar por las fragatas y los Harrier. Volé unos 200 Km. Rasante.

Comencé a sentir un calor tremendo, por lo que pensé en bajar la temperatura con el corrector de aire que está en el panel derecho, pero para mi sorpresa, mis manos se negaron a cumplir la orden de mi cerebro y quedaron aferradas a la palanca de mando y al acelerador.

Llamé por radio y nadie me contestó.

Al frente ví un puntito y me dije: sonaste, tiraste hasta el último cartucho de tus cañones y ahora estas indefenso”. Era el Primer Teniente Ureta. Me vió, me acerque y le forme. Vi su traje antiexposición color naranja y lo identifiqué.

Me dijo: vamos al reabastecedor! Entonces me relajé totalmente ya que tenía a otro haciéndose responsable de llevarme sano y salvo a tierra.

Fuimos uno a cada KC-130; y me costó acertar en la canasta de reabastecimiento. Nos fuimos.

En cierto momento lo vi mirar dentro de su cabina, probablemente sumido en sus pensamientos, por lo que le dije”- uno – dos, mire un poco hacia abajo, no vaya a ser que nos sorprenda una fragata…”

Perforamos las nubes. Abajo estaba el agua del mar. Vimos la tierra, aterrizamos. La pista estaba llena de gente, lágrimas, felicitaciones, abrazos, interrogantes y más lágrimas.

URETA E ISSAC EL DIA QUE REGRESARON DE LA MISION AL INVINCIBLE

En la inmensidad de nuestro mar habían quedado para siempre dos valientes argentinos. Los Primeros Tenientes José Daniel Vázquez y Omar Jesús Castillo.

Los Capitanes (ascendidos Post Mortem) Omar Jesús Castillo y José Daniel Vázquez fueron declarados “Héroes Nacionales”

PRIMER TENIENTE URETA Y EL ALFÉREZ GERARDO ISAAC, REALIZAN LA CEREMONIA DE ARRÍO DEL PABELLÓN NACIONAL A SU REGRESO EL 30 DE MAYO DE 1982

El Comodoro (RE) VGM Gerardo Guillermo Isaac y el Brigadier (RE) VGM Ernesto Rubén Ureta recibieron la medalla al “Heroico Valor en Combate” y “Valor en Combate”.

Relato: Alférez Isaac (Piloto de A4C)

Capitulo El Invencible (del libro Dios y los Halcones, del Comodoro (RE) VGM Pablo Carballo)

Luis Satini

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