Cada tanto una de sus hijas le decía: “Mamá, miremos esas fotos de cuando eras varón”. Y Alicia Mabel Reynoso, enfermera, abría una caja oculta llena de recuerdos y le mostraba a la nena, imágenes suyas a los 23 años, vestida con un uniforme militar verde oliva que no lograba ocultar su belleza.
Las fotos se tomaron en 1982, en plena Guerra de Malvinas. Alicia fue una de las pocas mujeres que participaron del conflicto: era enfermera profesional de la Fuerza Aérea y estuvo destacada en un Hospital Móvil en Comodoro Rivadavia.
Pasó allí los peores días de su vida, rodeada de horror, maltrato, dolor y sangre.
La gente se sorprende con su relato. Hay quienes no le creen. Muy pocos saben que hubo mujeres cumpliendo distintas funciones en la guerra. Ámbito emblemático de la cultura machista, las fuerzas armadas jamás las incluyeron en homenajes, ni les gestionaron ayuda de ningún tipo.
Dos semanas antes de que terminara la guerra, a Alicia le comunicaron que su función allí había finalizado. De la noche a la mañana, del mismo modo en que había llegado al sur, debió irse. La destinaron a la Escuela de Aviación de Córdoba a realizar el curso de oficial. No le dieron una licencia, ni le permitieron ver a su familia, ni le brindaron la más mínima contención o asistencia. Nadie tuvo en cuenta que venía de una guerra, ni averiguó las razones de sus pesadillas, sus crisis de angustia y llanto.
Alicia continuó con su vida. Se enamoró de un militar de menor rango y, para poder casarse, en 1986, debió solicitar la baja. Estudió Radiología, continuó trabajando en sanidad de Fuerza Aérea como personal civil, fue madre de dos hijas, se separó, volvió a vivir en Entre Ríos, viajó dos veces a Haití en misiones humanitarias. Pero nunca volvió a hablar de Malvinas, con nadie, durante años. Si escuchaba algo por radio o televisión, desviaba su atención; en la II Brigada Aérea, cada 2 de abril, permanecía en su oficina mientras afuera se desarrollaban desfiles y actos a los que nunca fue invitada.
En 2010 tuvo un accidente cerebro vascular. En plena recuperación, por indicación de su médico, empezó psicoterapia. Durante meses habló allí de todo, excepto de la guerra. Un día, conversando sobre cualquier otro tema, se le escapó una comparación: “Ni en Malvinas la pasé tan mal”. El horror afloró y los días de 1982 fueron el tema casi exclusivo de las sesiones del siguiente año.
Hoy Alicia Reynoso trabaja en la Base Aérea y vive en un barrio de Paraná con Mateo, su nieto de 4 años. Ambos esperan ansiosos los fines de semana, cuando llega Nadia, la mamá de Mateo, que trabaja en Buenos Aires mientras tramita su traslado a Paraná. Cuando también está Rocío, la otra hija, la fiesta familiar es completa.
– ¿Por qué decidió entrar a la Fuerza Aérea?
– Yo soy de Gualeguaychú, pero estudié Enfermería en Santa Fe. Recién recibida, en 1980, una compañera me tentó y nos fuimos a probar suerte a Buenos Aires. Surgió la posibilidad de una suplencia en la Fuerza Aérea y allí me quedé. Era la primera vez que las Fuerzas Armadas incorporaban mujeres como personal militar. Llegué a jefa de Enfermería del Hospital Militar, pero era difícil abrirse camino. Había que estar continuamente a la defensiva, tanto adentro como afuera. Desfilábamos en la 9 de Julio y nos mandaban a lavar los platos.
– ¿Cuándo supo que tenía que ir a la guerra?
– El 2 de abril a la tarde estaba en mi casa en Buenos Aires y el portero del edificio subió para avisar que me buscaba la policía. No había tantos teléfonos en esa época y era normal que nos mandaran a llamar así. Tenía que presentarme en el hospital. Pensé que se trataría de una evacuación aeromédica de las que hacíamos frecuentemente, pero cuando llegué me informaron que me iba a la guerra. Yo tenía veintipico de años, no sabía ni dónde quedaban las Malvinas. No entendía nada. Alcancé a dictarle a una amiga una carta para mi familia.
– ¿Qué recuerda del viaje?
– En la madrugada del 3 de abril llegamos a Palomar, nos entregaron un arma y ahí, al ver tantas armas y soldados, empecé a darme cuenta de que me iba a la guerra. Había llantos, euforia, muchos gritos de viva la patria. Nos subieron a un avión lleno de soldados. Nos decían de todo, así que las cinco mujeres íbamos juntas en un rincón. Así llegamos a nuestro destino, que era Comodoro Rivadavia.
– ¿Cuál fue su función allí?
– Llevábamos un hospital reubicable que había sido usado en Vietnam por el ejército estadounidense. Argentina lo compró y a nosotros nos habían capacitado para su uso. Estaba compuesto por 11 módulos, entre ellos quirófano, terapia intensiva, guardia, internación, cocina. Éramos un equipo con médicos, anestesistas, bioquímicos. Armamos el hospital y en las primeras horas nuestra tarea fue preparar material, gasas, apósitos, para enviar a las islas por avión.
– ¿Cómo se sentía?
– Fueron duros los primeros días. No podíamos hablar por teléfono. La única manera de comunicarnos con nuestras familias era por carta. Ellos nos daban aliento pero también tenían miedo de no volvernos a ver. Igual, lo peor estaba por venir.
– ¿Qué fue lo peor?
– Tantas cosas… Una noche hubo un alerta de bombardeo. Todavía no se había construido un refugio y nos tuvimos que meter en una cloaca. Pasamos allí toda una madrugada sentados con las piernas flexionadas. Debajo de nuestras rodillas pasaba el agua podrida y muchísimas ratas. Tuve terror. Pero lo más terrible era cuando llegaban los heridos.
Pesadilla. Los primeros casos que tuvieron que atender fueron los de soldados con pie de trinchera que llegaban muertos de frío y mal alimentados. Luego, los Hércules empezaron a venir cada vez con mayor frecuencia, casi siempre a la madrugada.
Alicia llora por primera vez durante la charla. El recuerdo de las escenas vividas cada vez que se abrían las compuertas de los aviones la sigue torturando. “Era tremendo. Los heridos llegaban de a cientos. Gritos, llantos, plegarias. Muchos llamaban a sus madres. Tenían miedo, pánico. Venían destrozados, con fracturas expuestas, lastimados, llenos de esquirlas. Y eran criaturas de 18 años. Eran nenes”, describe.
Su tarea era, junto a un médico, clasificar a los heridos de acuerdo a su gravedad. Los iban ubicando en un hangar en donde estaban listos los sueros con morfina. Ante una cirugía de urgencia, Alicia era reemplazada por otra enfermera e iba a ejercer de instrumentadora en el quirófano.
Su condición de mujer le permitía un plus. “Era la hermana, la amiga, la madre, la novia. Llegaban desesperados, muertos de miedo, algunos no sabían dónde estaban. Yo no estaba preparada para esa tarea de contención y hacía lo que me salía. Les daba la mano y siempre los hacía rezar”, cuenta.
La pesadilla duraba horas. La calma volvía cuando estaban todos atendidos y se comenzaban a definir las derivaciones al hospital de Comodoro Rivadavia o a otros más alejados. Los superiores prohibían llorar. Hubo sanciones por quebrarse o por convidar un cigarrillo a un soldado en crisis. Los maltratos eran permanentes y las mujeres eran el blanco predilecto.
Veterana. La caja de recuerdos ya no está más escondida en la casa, sino esparcida sobre la mesa del comedor. Hay cartas que los familiares de Alicia le escribieron cuando ella estaba en la guerra. Muchas fotos. Objetos. Un pedacito de un avión Sea Harrier. Diarios de la época y también revistas. Desde un ejemplar de Radiolandia de 1982 Alicia Reynoso sonríe, jovencísima, enfundada en su uniforme. Arriba, un título triunfalista y mentiroso, clásico de las publicaciones de entonces. En la pared hay dos diplomas, uno de la Fuerza Aérea y otro del Congreso de la Nación, que dan cuenta de su participación en la guerra.
– ¿Por qué no pudo volver a hablar de Malvinas durante tantos años?
– En gran medida por el abandono por parte del Estado y de la Fuerza Aérea. La discriminación nos llenó de vergüenza. Yo cuando fui no entendía nada, era muy joven. Pero una vez allá enseguida nos dimos cuenta de que la guerra era una locura del gobierno militar para intentar recuperar el poder perdido y un enorme error del que nunca nadie quiso volver a hablar. Nosotros tampoco.
– ¿Es distinto este 2 de abril?
– Por supuesto. Lo que está haciendo la Presidenta es genial porque esa tierra es nuestra y debemos volver con la verdad y con la palabra, no con la violencia. Ya hubo muertes inútiles. Tenía que ser una mujer con los ovarios bien puestos la que encarara este tema con coraje. Yo la apoyo. Para nosotros, los que de un modo u otro estuvimos en la guerra, recuperar las Malvinas sería lo máximo. Nunca pensé que viviría para ver lo que está pasando. Y por más que algunos digan cualquier cosa, las Malvinas son una causa que nos une a todos los argentinos.
– ¿Piensa en viajar a las islas?
– Todo el tiempo. Por fin puedo estar orgullosa de mi trabajo en la guerra. Es por lo único que no me molesta que me llamen “veterana”. Si no logro viajar alguna vez, ya mi familia sabe que mis cenizas deben ir a Malvinas.
Aqui las Valientes jóvenes Enfermeras de la FAA, Morales, Bassler, Massito, Reynoso y Maluendes.
* En Alicia, nuestro homenaje a las VGM Enfermeras de la FAA. Muchas Gracias
El Once
Luis Satini
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GRACIAS en nombre de mis compañeras y en el mio al sr luis por esta nota la cual muestra el accionar de la mujer en la GESTA MALVINAS,son pocos los que se acuerdan y por eso mi eterno agradecimiento por lo publicado .nuevamente GRACIAS LUIS!!!
Alicia, es nuestro deber mantener la llama de Malvinas Viva. Cada uno de los que participó del conflicto es un Héroe, ir a una guerra no es común y no lo hace cualquiera. A está altura y sabiendo los acontecimientos, fue tan importante el Piloto, el Técnico, el Artillero, al Soldado y porsupuesto el trabajo de ustedes. A todos ellos ante algún problema, herida o contención fueron a los Hospitales Móviles. Se que fueron muchos y se también de como llegaban de las Islas, por eso cada uno de los que aqui depositan sus historias y ofrecen sus fotos deben rendirles un homeneje. Todos con los que hablo me dicen lo mismo, “yo solo fui un eslabon en este engranaje”, creo que eso hace más grande a mi FAA, a todos sus componentes mis respetos, sean mujeres u Hombres.
Muy linda tu entrevista, hay cosas de las que nunca hablamos… Muy lindas las fotos. Estabas muy guapa. Ah! y apareció tu amiga alemana! que historias! Te felicito por tu iniciativa, y que puedas concretar tu sueño. Que Dios te bendiga Alicia!. Besos.
Claudio: Sentidas palabras después de mucho tiempo…
un aplauso y mis respetos a todas las mujeres que participaron en la gesta de malvinas…
De eso se trata amigo, el reconocimiento total a las mujeres, soldados también, que curaron todas las heridas de los camaradas sin distición de rangos, digo esto porque días atrás leí de un efectivo (oficial) donde comentaba que habián ido de paseo a Comodoro Rivadavia. Dos cosas envuelven a esta persona soberbia e ignorancia y no se cual es peor. Abrazo
MIs respetos, Alicia.
Es un orgullo ser su compatriota.
NIcolás Kasanzew
NICOLÁS: cuando pasastes por el hospital de Comodoro, te pusieron una vacuna creo era la antitetánica, bueno esa enfermera que te la aplicó fui yo, recuerdo tu resistencia pero al final lo permitistes jajaja, el tiempo pasa… pero hay cosas que jamás olvidare en mi vida… nos une un sentimiento superior a todo y que nos unirá por los siglos de los siglos, cariños. ALICIA REYNOSO
No me digas! Y nos reencontramos ahora, 3 décadas después, vía blogosfera, gracias a Luis! Que bueno que esto haya pasado. Es como vos decís, estamos todos unidos por un hilo invisible y no importa que hayan pasado décadas, siempre estaremos dispuestos a dar la vida el uno por el otro.
Te mando un abrazo enorme, querida Alicia!
Que Dios te proteja y bendiga siempre, asi como a todos los tuyos.
Nicolás
Gracias NICOLÁS y no tengas dudas que todos los que realmente vivimos esa época dariamos una y mil veces la vida por el otro, las cosas suceden cuando tienen que suceder, y yo se que pronto nos daremos un cálido abrazo malvinero. Cariños
Hoy asiendo tareas con mi hija me entero de la existencia de mujeres en la guerra de malvina. Siento una profunda admiración.
Impresionante!, no tengo palabras que escribir…. Gracias por publicar esto!
Los comentarios de Alicia y Nicolas, tremento encuentro!! Saludos.
Jorge, gracias por tus sentidas palabras, es nuestro deber publicar todo lo acontecido en Malvinas, como todo lo realizado por nuestra gente, la gente de la FAA. Solo nos debemos a la verdad, solo así lograremos ser una Nación.
Estimado Claudio, es verdad hemos pasado muchas guardias sin haber hablado de todo esto… y mirá que hemos hablado jajaja, pero bueno esto es parte de los silencios impuestos por algunos y aceptado por nosotros mismos, pero la verdad y la justicia algún día salen a la luz, aunque se tome su tiempo. GRACIAS y a seguir sembrando como digo yo, porque de eso se trata, MALVINAS nos duele a todos sin distinción de nada por eso es importante hablarlo y creo que eso estoy tratando VIVA LA PATRIA!!!
Mis respetos a estas valientes mujeres, que bueno que hoy sean escuchadas!!
Gracias Julia.
Luis…gracias por esta entrevista. Alicia…gracias por tu palabra y testimonio. Gracias por contar tu historia y lo vivido en ella. Gracias infinitas por permitirme conocer un poco más, falta todavía alcanzar verdad y justicia hacia ustedes. Ojalá llegue el día en que el olvido deje de existir en cada argentino.
Un abrazo de corazón y gracias infinitas a todos nuestros veteranos y veteranas. Y perdón por todo lo que todavía les debemos como sociedad.
Me voy a llevar el recuerdo de esta nota a cada aula que pise.
Abrazo grande!
Gracias a vos Laura por tus palabras y sobre todo por tu labor de Malvinizar, nosotros dentro de pronto no estaremos y la Causa debe seguir. Abrazo