La bengala verde

Aquel 4 de Junio de 1982 fue un día de decisiones para nuestro Jefe de Escuadrón, no estaba convencido lo que decidía la superioridad.

Se le notaba nervioso y muy callado, pero ese día, nos llamó a Marcelo Pinto y a mí, compartimos un vaso de licor Cubana sello verde como para aflojar la tensión, luego pasado el primer trago se despachó con un: “Señores la superioridad ha decidido el relevo de algunas tripulaciones, no estoy de acuerdo pero es una orden y se debe cumplir”.

Primera consigna: cada uno de los relevados deberá reconocer su relevo antes de subir al avión, es decir en el caso de usted Longar, su hombre de relevo es el Teniente Castillo, si usted no lo ve bajar del avión usted no sube…… está claro?

Pinto acá tiene la lista de los hombres de Bell 212 que serán relevados y el listado de quienes son sus relevos, encárguese de informar a su gente, estén atentos a las órdenes de partir al aeropuerto, tengan preparadas sus cosas.

Alguna duda?

Salimos de esa habitación algo preocupados, la decisión estaba tomada por alguien superior al Jefe de Escuadrón, no era fácil de cumplir, en mi caso el Jefe sabía de mi gran amistad con el Pelado Castillo, por eso me puso de ejemplo cuando dió la primera consigna: no quería que me enterara leyendo el papel, en fin cosas de un gran jefe que conocía a su personal.

Llegó el momento de ir al aeropuerto cada uno con su bolsa de dormir, el FAL el casco de vuelo y el bolso antártico.

Llegamos y el más antiguo era el 1º Ten. Fernández, que con su tranquilidad nos guiaba en la oscuridad con su pequeña linterna de pescador y nos decía pisen donde yo piso, todos en fila, no se separen, así bordeamos cráteres de bombas sabiendo que entrábamos a la zona mas peligrosa y el temor de todos, que comenzara un cañoneo naval.

De producirse no teníamos ni idea dónde protegernos, dónde estaban los pozos, de la oscuridad una voz nos pide que nos identifiquemos era un oficial del GOE, el “Gallo†Spadano, muy rápidamente nos detalló las posiciones y hacia donde correr si empezaba el bombardeo.

permanecimos en la destruida terminal aérea del aeropuerto un par de horas, el Gallo Spadano viene y nos informa que el Hércules había regresado al continente, que estaba a diez minutos de aterrizar pero desde una fragata inglesa le habían disparado un misil.

Regresamos a la seguridad de la escuela. El destino evitó el encuentro con el pelado en la peor situación, pero el jefe dijo: mañana tal vez entre el Hércules estén atentos.
Ingresamos a la enorme bodega del C-130 iluminada con un luz roja y siguiendo la señas del operador de carga acomodamos los bolsos, pasaban los minutos lentamente, de repente vemos movimientos de un vehículo que pretendía subir al Hércules a pesar del ruido de los motores se escuchan gritos y entonces aparece el comandante de la aeronave un Mayor de apellido Véliz, que se cruza en una fuerte discusión con el dueño del vehículo.

Se impone el comandante y el vehículo desaparece.

bengala 1

Nito Grifol se anima y le pregunta porque no despegaba y el Mayor muy calmo le responde estamos esperando las ambulancias, hay que evacuar heridos, otros minutos eternos.

Llegan las ambulancias y comienzan a subir los heridos algunos por sus propios medios y otros en camillas, fue un instante muy fuerte cargado de emoción, nadie hablaba solo el ruido de los motores y la mortecina luz roja apenas nos conectaba con la realidad.
El avión comienza a moverse y se escucha la aplicación de máxima potencia y lentamente gana velocidad, rotación y al aire, se mantiene en vuelo rasante. Marcelo Pinto me indica que mire afuera por la ventanilla redonda: era impresionante, la luna iluminaba el mar completamente calmo, el miedo no lo podíamos disimular parecía que los ingleses nos estaban apuntando para derribarnos, pero nada ocurría, estábamos jugados.

Marcelo calcula que en una hora y media de vuelo estaríamos fuera de peligro, nos acomodamos como para dormir, pero en realidad cada uno rezaba y muchos no dudaron en sacar el rosario del cuello, ese rosario que nos regaló a cada uno el cura Pacheco y entre sus dedos pasaban los rezos de una manera ordenada.

Lentamente pasaba el tiempo, Marcelo mira la hora y me dice listo negro ya pasó el peligro.

El Nito Grifol se anima y sube a la cabina del C-130 y casi de inmediato el enorme avión realiza un viraje violento, muy escarpado hacia la izquierda, nos quedamos petrificados, con las pulsaciones a mil, el ruido de los motores es ensordecedor, el avión se nivela y sigue rasante.

bengala 3

Minutos después baja el Nito y nos informa que, la maniobra fue porque delante del avión se vió una luz de color verde cruzando la oscuridad en una trayectoria perpendicular a nuestro rumbo, ante la duda el Mayor Véliz se alejó un poco mas al sur.

Así llegamos a Río Gallegos donde solo bajaron los heridos, nosotros seguíamos a Comodoro Rivadavia donde llegamos a media noche.

Un micro azul de Fuerza Aérea nos aguarda, personal de Inteligencia nos dan la bienvenida y nos prohíben realizar declaraciones si tenemos algún contacto con la prensa.

Nos trasladan a un hotel importante en la ciudad, allí nos entregan un sandwich como cena, el Nito se queja: “Venimos del frente de combate y esta es la cena? están locos gritaba, nos pregunta si tenemos dinero, con Marcelo dijimos que sí, salimos caminando del hotel y encontramos un bodegón sencillo, el menú: milanesas con huevo frito y papas fritas, un pingüino de vino y soda con el estómago lleno no podíamos creer dónde estábamos, parecía irreal y así regresamos al hotel a tratar de dormir. ”

bengala 2

Comodoro Luis Longar Escuadrón de Helicópteros

 

Luis Satini

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