Últimos minutos en mi tierra, Malvinas

Se cumplen 35 años que me despedí de Malvinas.

Todos los efectivos habíamos sido trasladados a la zona del Aeropuerto que al ser un istmo y ser bloqueada en su base por los británicos se transformó en una gran prisión donde permanecimos a la buena de Dios, sin cobertura, poca agua potable y algunos alimentos rescatados de apuro.

La desolación era total.

Los soldados, suboficiales y oficiales fueron siendo evacuados al Bahía Paraíso hasta quedar solo nosotros los 4 integrantes de la Sanidad Aeronáutica como últimos habitantes (nuestro jefe el Dr. Fernando Espiniella, el Dr. Stvrtecky, el Dr. Benito Fonseca y yo).

La carpa se había destruido y no nos quedó otra que arrinconamos en la ambulancia F350, a la que de a ratos poníamos en marcha para calefaccionarnos .

Así esperamos en ese campo de batalla lleno de cráteres de más de 200 bombas aéreas y miles de proyectiles navales.

La temperatura era bajo 0 y las lloviznas constantes.

El Dr Stvrtecky también nos dejó llamado por los Jefes militares en proceso de rendición para que les obre de intérprete.

Ya entrando la noche siendo los últimos en dejar el aeropuerto, por fin se acordaron de nosotros los médicos, los ingleses nos ordenaron dirigirnos al puerto distante unos 20 km.

No quedaba nadie…

Los 3 tomamos la ambulancia y a poca velocidad fuimos avanzando hasta que nos pararon en un reten de control en donde nos quemaron en una gran fogata todos nuestros enseres y nos despojaron de las 9mm.

Al llegar al puerto donde quedó la F350 nos empujaron literalmente con amenazas de fusiles y mucho nerviosismo hacia un gran ferry que resultó ser el Norland.

Ahí fué nuestra última etapa antes de regresar….

Nos encerraron con llave en un camarote con vidrios pintados de negro y nos alimentaron como para que superviviéramos con pan, una rodaja de queso y leche…

Sin embargo ese buque nos parecía, pese a que nos habían sacado los colchones de las cuchetas, un 5 estrellas porque ya frío no pasábamos…

A los pocos días nos desembarcaron en Puerto Madryn y de ahí un 707 a Ezeiza.

Así fue cómo volví, con mi rostro tan delgado pues ni si quiera tenia la grasa retroocular, los ojos estaban hundidos y apenas pesabas 72kg distribuidos en tu 1;90 metros de altura.

Lo rescatable de toda esta experiencia de vida es que la amistad ente nosotros oficiales, suboficiales y soldados esta viva al paso del tiempo.

Primer Teniente médico (R) VGM Héctor Daniel Oudkerk

Luis Satini

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