Hacía frío en la base aérea militar de San Julián aquel 1 de mayo. Dentro de su poderoso avión Mirage V-Dagger, un joven piloto de 32 años esperaba ansioso cumplir con aquello para lo que se había preparado: defender a la Patria.
Sabía que enfrente lo aguardaban aviones Harrier y modernos buques armados con temibles misiles.
“Despegue inmediato”, escuchó de pronto. Ya no había tiempo para pensar en ninguna otra cosa, ni siquiera en su esposa y sus tres pequeños hijos. Tomó los controles del avión, le pidió a Dios que lo traiga de vuelta y levantó vuelo hacia el Bautismo de Fuego.
Este es el comienzo de la historia protagonizada por el hoy Brigadier (RE) VGM Norberto Dimeglio, quien relató su experiencia de comandar la primera escuadrilla que atacó buques ingleses. “El 1º de mayo estábamos en la Base Aérea Militar de San Julián, con los aviones Mirage V-Dagger, equipados con tres tanques de combustibles adicionales externos para poder llegar a Puerto Argentino y regresar.
Sólo podíamos llevar dos bombas de 250 kilos, más los cañones de 30 milímetros con 250 disparos.
“A las 14.30 nos llegó la orden de despegar para encontrarnos al norte de las Islas Malvinas, en Bahía Anunciación, con tres buques que se aproximaban. Contábamos con la cobertura de dos aviones Mirage V, equipados con misiles.
“Recibimos la última información de inteligencia y salimos hacia lo que sería nuestro bautismo de fuego.
La primera parte de la navegación la hicimos en silencio de radio. Cuando estábamos próximos a las Islas Salvajes, el radar de Puerto Argentino, nuestros ojos, nos avisó que venían a interceptarnos y nos ordenó un descenso brusco a nivel del mar”.
“Yo iba en el centro, el Teniente César Román a mi derecha y el Teniente Gustavo Aguirre Faget, a mi izquierda. Comenzamos el descenso. Cuando estamos próximos a la Isla Borbón, el Teniente Aguirre me avisó que a la derecha veía la silueta de un avión. “Cruzamos el estrecho de San Carlos y llegamos a la zona asignada, donde no estaban los buques. Decidí pasar por el este de Puerto Argentino, pero cuando llegamos al Cabo San Felipe vimos a los tres buques cañoneando Puerto Argentino.
“Todo se desarrolló rápidamente, calculo que no pasaron más de 30 o 40 segundos desde que los vimos hasta que realizamos el ataque. La posición de los buques era similar a la nuestra. Decidí que cada uno atacara al buque que tenía enfrente”.
EL GRAN ATAQUE
“El avance lo hicimos a baja altura. Estábamos arriba de los 900 kilómetros por hora (más de 250 metros por segundo). Ataqué al buque que estaba a mi izquierda con una pequeña ráfaga de cañones y bombas.
Salí hacia la derecha para buscar la protección de las islas y me encontré con otro buque delante; lo único que tuve que hacer fue nivelar los planos y disparar toda la munición de cañones que me quedaba y noté los impactos en la estructura. “Rápidamente llegué a la zona de las islas, pero advertí que el combustible había bajado al mínimo entonces ascendí para ahorrar.
En ese momento, produje la primera comunicación: “Torno Uno saliendo” y escuché al Torno Dos y al Tres también saliendo. Fue una de las mayores alegrías, porque comprobé que mis dos compañeros estaban ilesos.
“Estudiosos de la Fuerza Aérea aseguraron que en primer término habíamos atacado e impactado en un destructor, pero luego de diversos análisis concluyeron que era la Sheffield.
“Inmediatamente ascendimos a 8.000 metros, cuando sobre la Isla Soledad el radar nos avisó que había un par de Harrier en rumbo de interceptación, ante lo cual ordenó volver al vuelo bajo.
Los cinco aviones regresamos a San Julián. El ataque se había producido a las 16.40 y el regreso, a las 17.30”.
Brigadier (RE) VGM Norberto Dimeglio
La Prensa
Luis Satini
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