Quizás estas líneas, puedan reflejar cómo se vivieron aquellos acontecimientos en especial los que nos tocó vivir a nosotros. Nuestro Escuadrón II Dagger. En la contienda, se perdieron 6 aeronaves, de los cuales 5 pilotos pudieron eyectarse y ser recuperados, siendo nuestro MARTIR, el Ten. D. Carlos Castillo (24-05).
En el otro Escuadrón I Dagger desplegado, fueron destruidos 5 aviones, pudiéndose recuperar dos pilotos con vida, siendo sus MARTIRES, los Ten. D José L Ardiles (01-05), Ten. D Pedro I Bean (21-05), Ten. D Héctor R Volponi (23-05), y el Ten. D Juan D Bernhardt (29-05). Sufriendo la pérdida de cinco pilotos.
También hago notar que nuestra unidad perdió también el Cabo Héctor Varas, quien se encontraba en el buque de transporte Río Carcarañá el (10-5).
Durante los días de conflicto, tuvimos algunas novedades tales como fisuras en los parabrisas por impacto de proyectiles, las cuales nos eran imposibles de reparar allí y los aviones se remitían a la VI Brigada Aérea para su reparación, se realizaron dos cambios de motor como tareas importantes pero la mayoría de las novedades fueron solucionadas inmediatamente demostrándose el buen desempeño del grupo de mantenimiento.
Todo el personal de mantenimiento, sufríamos mucho cuando no regresaba alguno de nuestros aviones y por ende no sabíamos la suerte corrida por el piloto. Los integrantes que formamos el grupo mantenimiento éramos los últimos que teníamos contacto con ellos, ya que existe unión entre piloto, el personal de mantenimiento y el avión.
Los pilotos son el último eslabón de la cadena para atacar al enemigo, y nosotros, quienes los alistamos, los artillamos y cargamos las bombas, amén de repararlos y ponerlos en línea de vuelo, somos su último eslabón humano.
Esperábamos ansiosos que los mismos regresaran de las misiones con mucha ansiedad y nerviosismo muy particular, imposible de expresar con palabras, transcurrido el tiempo máximo de incursión y no arribar los mismos, nos embargaba la tristeza y desazón puestos que temíamos lo peor.
En nuestra mente se nos reproducía la imagen de la despedida y liberación a la contienda y su saludo con el pulgar en alto a través de la cúpula del avión. Si bien ellos en solitario partían a atacar al enemigo, parte de nosotros iba juntos a ellos, solo pueden entenderlo dicho sentimiento aquellos que estuvimos allí y nos tocó vivirlos.
Si bien llegaban con algunas novedades todo el personal se evocaba a levantarlas y solucionarlas rápidamente, sintiendo la satisfacción del deber cumplido.
Además queríamos recuperar rápido los aviones y ponerlo en línea de vuelo porque sabíamos que nuestros compatriotas en las Islas esperaban la llegada de los mismos y que ataquen a la flota inglesa.
Esto le causaba mucho daño y bajas al enemigo, y nosotros el personal técnico teníamos bien en claro que “si nos hubiesen mandado a Malvinas, quizás hubiéramos tomado un fusil e ir a combatir, pero fuimos preparados para mantener operativos los aviones, alistarlos configurarlos con su armamento, que son mucho más poderoso que un fusil” y sabíamos que le estábamos causando daño a los ingleses.
Por eso la premura de ponerlos en línea de vuelo y lanzarlos al ataque…
José Luís Martínez Eyheramendy
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