Escuadrón Helicópteros FAA

“Permiso señor, el Escuadrón Helicópteros, sin novedad”

Así podría haber sido una hipotética presentación del jefe del Escuadrón Helicópteros de la Fuerza Aérea en Malvinas al término del conflicto. Las circunstancias no lo permitieron pero lo cierto es que los cuatro helicópteros desplegados a las islas operaron ininterrumpidamente desde el 6 de abril hasta el 14 de junio sin haber experimentado bajas ni de personal ni de material.

El primero de ellos, el Bell 212 H-85 llegó a Puerto Argentino en la bodega generosa de un C-130 y comenzó a operar el 6 de abril. Al día siguiente se le unía el CH-47 Chinook H-93 que, con el agregado de cuatro tanques de combustible internos cruzó el Atlántico, desde Río Gallegos, y luego de volar tres horas y cuarenta minutos, aterrizó en la Base Aérea Militar Malvinas.

El otro Chinook, el H-91, tuvo que realizar un recorrido más extenso. Era la aeronave de dotación de la Base Antártica Vicecomodoro Marambio. Allá estaba, desplegando campamentos de la Dirección Nacional del Antártico, trasladando correo a las otras bases argentinas, sobrevolando glaciares, colaborando en investigaciones, afirmando soberanía; pero era más necesario en Malvinas y el 10 de abril dejó su hangar naranja y voló a la guerra. Hasta Río Grande lo acompañó el KC-130 TC-70; era imprescindible, sobrevolar la Antártida exige medidas de seguridad extremas y ajustados equipos de navegación que un helicóptero, no necesariamente posee. Minutos después reemprendió el viaje hasta Río Gallegos.

A las 14 del día siguiente, luego de una breve revisión, siguió la misma ruta del H-93 y en tres horas se unió a sus compañeros mecánicos. El otro Bell, el H-83 también llegó dentro de un Hércules y el 15 de abril comenzó a volar.

Cuando se crea la Base Aérea Militar Cóndor, el escuadrón Helicópteros junto a sus compañeros de armas, los Pucará formaron el grupo aéreo de la unidad.

Abril tuvo al escuadrón como gran protagonista. Enormes cantidades de personal y material fueron trasladadas y desplegadas en distintas posiciones, se los abasteció, se realizaron vuelos de exploración y reconocimiento, de traslado sanitario y de reconocimiento ofensivo; sin claudicar, las cuatro máquinas sumaron doscientas cuarenta y nueve horas y diez minutos de vuelos imprescindibles.

Apenas comenzaba el 1° de mayo y desde Puerto Argentino llegó el alerta. Todo indicaba que en cualquier momento comenzaría el ataque ingles; seguramente habría bombardeos y los cuatro helicópteros fueron dispersados entre las calles del pequeño poblado de Darwin.

La previsión fue fundamental y los salvó pero no ocurrió lo mismo con los aviones de la base. En la pista ardía el Pucará del teniente Daniel Jukic. Su valiente piloto había intentado despegar para salvarlo pero un preciso impacto lo alcanzó de lleno; allí murió junto a siete suboficiales mecánicos y armeros que atendían su avión. Pero había muchos heridos y había que evacuarlos urgentemente a Puerto Argentino; no importó el peligro de nuevos bombardeos o que en la Base Malvinas seguía el estado de alerta, el H-91 partió con ellos a bordo, los dejó a salvo y regresó.

La guerra había llegado inexorable y el papel de los helicópteros cobró más relevancia aún. Sus vuelos debían enfrentar el peligro de ser cazados por los Harrier o de ser derribados por el Blow Pipe de un grupo comando pero había que realizarlos. Los puestos de la Red de Observadores del Aire los necesitaba, urgía abastecer unidades alejadas o buscar afanosamente a pilotos eyectados y recuperarlos hasta Puerto Argentino; no podía haber claudicaciones y no las hubo.

También hubo otras misiones menos rutinarias y aún más peligrosas. El 4 de mayo se necesitaba ubicar el núcleo principal de la flota y se le asignó la tarea al CH-47 H-93. El enorme helicóptero se internó en el mar a muy baja altura, voló unas treinta y cinco millas y allí ascendió, su radar barrió el horizonte sin encontrar ecos pero fue detectado y el CIC lo alertó del peligro. Nuevamente se pegó a la superficie y utilizó los accidentes costeros como enmascaramiento para poder regresar a la Base Cóndor.

Otra misión de características inusuales ocurrió al día siguiente. Esta vez, su protagonista fue el Bell 212 H-85 que debió trasladar un grupo de periodistas hasta la Estación Aeronaval “Calderón”, en la isla de Borbón. Ellos portaban el videocasete que mostraba el entierro del piloto ingles Nicholas Taylor, derribado el 4. Hasta ese lugar llegaría un avión B-200 de la armada que lo trasladaría al continente para ser utilizado por el canciller Nicanor Costa Méndez ante las Naciones Unidas. El viaje fue dificultoso, nubes muy bajas obligaron al piloto a volar sobre las aguas del estrecho de San Carlos pero cerca de su destino, el agravamiento de las condiciones los obligó a pernoctar en la zona conocida como Paso Tamar para continuar el vuelo al día siguiente.

El 12 mayo, los imponderables de la guerra hicieron que un cañón argentino derribara el avión del primer teniente Fausto Gavazzi. La dolorosa tarea de recuperar los restos también tuvo como protagonista al H-85 que los trasladó hasta Darwin, donde fueron sepultados.

El 15, luego del ataque de tropas especiales inglesas a la Estación Aeronaval Calderón, el CH-47 H-93 realizó dos vuelos para evacuar al personal de Fuerza Aérea que allí se encontraba y trasladó comandos del ejército, tropas de la Compañía C del Regimiento 25 y morteros. En varias oportunidades pudieron observar Patrullas Aéreas de Combate que volaban en altura.

El 21, el H-85 concretó la primera misión exitosa de búsqueda y rescate. El Pucará del mayor Carlos Tomba había sido derribado por los disparos de un Sea Harrier, logró eyectarse a muy pocos metros del piso y resultó ileso pero debía ser rescatado. Al atardecer partió el Bell 212 y en su primer intento ubicó los restos del avión, luego encontraron el asiento y el paracaídas, la oscuridad no impidió que se siguiera buscando hasta que la luz esperanzadora de una bengala les indicó donde se hallaba el piloto. Lo rescataron pero la visibilidad era casi nula. Un radar de artillería de ejército los guió y la aproximación final fue balizada por las linternas del personal de la base Cóndor.

Al día siguiente, el principal protagonista fue el H-83. Luego de los intensos combates del 21, varios pilotos habían sido derribados y había que rescatarlos. El mayor Piuma, el primer teniente Senn y el capitán Donadille habían logrado llegar hasta Puerto Howard, donde había una guarnición del ejército. Sus hombres, con un misil portátil Blow Pipe y el fuego de armas livianas, habían logrado derribar un Sea Harrier y capturado a su piloto, Jeff Glover.

Para rescatarlos, había que cruzar el estrecho poblado de naves de guerra en alerta máxima, desde que los ataques argentinos habían hecho rebautizar el lugar como “El Callejón de las Bombas”. Hasta allí llegó el H-83 con personal de sanidad para atender las posibles heridas de los eyectados y trasladó hasta la base Cóndor a Piuma, Senn y Glover mientras Donadille permanecía en el lugar.

El 23 fue un día de gran actividad para todo el escuadrón. El H-83 lograba rescatar al primer teniente Luna que, luego de eyectarse había encontrado refugio con una familia kelper. No fue sencillo hallarlo y en un primer vuelo, que resultó infructuoso, los tripulantes del Bell observaron una fragata incendiándose en el estrecho que debían cruzar, luego, un puesto de la ROA les advirtió de la presencia de una sección de Harriers, se ocultaron y observaron como los aviones ingleses pasaban sobre ellos sin verlos; luego los vieron evolucionar en lo que el piloto, teniente Vergara, luego describió como “circuito de tiro escuela”. Estaban atacando a cuatro helicópteros del ejército y lograron destruir a tres.

El H-85, por su parte, rescataba al fallecido y los sobrevivientes de la patrullera Río Iguazú. El H-93 colaboró en la tarea y el H-91 trasladó hasta Puerto Argentino a los pilotos recuperados el día anterior en un vuelo que lo hizo cruzarse con tres Harrier rasantes.

El 25 de mayo, el H-83 logró recuperar al capitán de corbeta Filippi que había sido derribado luego de atacar con su escuadrilla a buques en el estrecho.

El 26 de mayo, las tropas inglesas preparaban el asalto final a la guarnición de Darwin; los Pucará y los CH-47 fueron replegados a Puerto Argentino mientras que los Bell permanecieron apoyando a las tropas hasta el 28. Ese día, amparado en el crepúsculo malvinense, el H-83 realizó otra peligrosa misión para recuperar una patrulla de cinco hombres del Grupo de Operaciones Especiales que había quedado detrás de las líneas enemigas.

El 29, mientras intentaba recuperar a dos integrantes de la Red de Observadores del Aire, el H-85 se cruzó con un helicóptero que había dejado a una patrulla inglesa. Uno de ellos lanzó un misil Blow Pipe que apenas erró el blanco pero debieron suspender la misión.

Los días transcurrían y la situación se hacía cada vez más difícil. La guarnición de Darwin había caído y poco a poco, las tropas inglesas iban ocupando las alturas que rodean Puerto Argentino. Poco quedaba por hacer y la Fuerza Aérea dispuso el regreso, a Río Grande, de los dos CH-47. El 9 de junio, a las 6, ambas máquinas despegaron por última vez de Puerto Argentino. La primera parte del vuelo se realizó de noche y a muy baja altura para evitar ser detectados.

Los tanques suplementarios que les habían permitido llegar a Malvinas habían quedado en la Base Cóndor por lo que se debieron colocar quince tambores de doscientos litros en cada helicóptero y, desde ellos, bombear el combustible a los tanques principales. Luego de una escala en la Isla de los Estados para realizar reparaciones de emergencia, llegaron a destino. Eran las 11.45.

Poco les quedó para hacer a los gloriosos Bell en los últimos días de combate. El 14 de junio los encontró tan operativos como el primer día pero ya no volarían más. Los “cazadores de recuerdos” los desmantelaron, lo que quedaba del H-83 fue destruido en un incendio accidental y los restos se enterraron en la zona del hipódromo de Puerto Argentino. El H-85 fue desarmado y el fuselaje, sin el conjunto de cola, fue trasladado a Inglaterra.

Los registros nos muestran la actividad del escuadrón entre el 1° de mayo, hasta la caída de la base Cóndor. Así, desde el inicio de las hostilidades, los helicópteros realizaron un total de 140 vuelos que insumieron 176 horas de vuelo.

Con lo realizado en abril, los treinta y cinco hombres que compusieron las distintas tripulaciones totalizaron 425 horas de vuelo sobre nuestras Malvinas, sin bajas ni novedades.

En CH-47
1 mayor Oscar Posse Ortiz de Rozas
2 primer teniente Alberto Edgardo Beltrame
3 primer teniente Julio Rodolfo Brouwer de Koning
4 primer teniente Manuel Andrés Fernández
5 primer teniente Horacio Miguel Giaigischia
6 primer teniente Juan Antonio Grifol
7 suboficial ayudante Juan Carlos Cantón
8 suboficial ayudante Roberto Prats (LORO)
9 suboficial ayudante Hugo White
10 suboficial auxiliar José Álvarez
11 suboficial auxiliar Orlando Ruiz
12 suboficial auxiliar Luis Capra
13 cabo principal Raúl Fernández
14 cabo principal Atilio Pistoni
15 cabo principal Hugo Alberto “OSO” Herrera (armero, Artillero de CH-47 CHINOOK y apuntador de 12,7 mm en la defensa del Pto COMANDO sobre la costa)
16 cabo primero Rubén Lavoratto (operador de carga)
17 cabo primero Alejandro Montaldo (Artillero y apuntador de Ametralladora BROWNIG 7,62 mm en ALERTAS en la base)*
18 cabo primero Santos Vega*
19 cabo primero Mario Vera (Artillero)
20 cabo primero Luis Villarreal
21 Cabo Primero Gabino CRISPIN (Artillero de CH-47 CHINOOK, era Mecánico Electrónico y abastecedor de munición en el nido de ametralladora del C1° MONTALDO)
22 Cabo Primero Ariel CHOCRON (Artillero de CH-47 CHINOOK)

En Bell 212
1 teniente Gustavo Brea (GATO)
2 teniente Luis Antonio Longar
3 teniente Héctor Ricardo Ludueña
4 teniente Marcelo Pinto
5 teniente Saturnino Sánchez
6 teniente Alejandro Vergara
7 suboficial ayudante Jesús Martínez
8 cabo principal Horacio Carmona
9 cabo principal Eulogio Gómez (Operador de carga)
10 cabo principal Alberto López
11 Cabo Principal Juan Cañisales (Mecánico Electrónico)
12 cabo primero Roberto López (operador de carga de BELL 212 y Mecánico Electricista)
13 cabo primero Alejandro Montaldo*
14 cabo primero Segundo Ernesto Palacios (mecánico)
15 cabo primero Sergio Quiñónez (Operador de carga de BELL 212 y CH-47 CHINOOK)
16 cabo primero Santos Vega (Artillero de BELL 212,era quien preparaba y armaba las ametralladoras de los BELL, y apuntador de Ametralladora BROWNIG 7,62 mm en ALERTAS en la base)*
17 Cabo Bernardo José Dobrenic (Mecánico Electrónico)

* figuran en las dos dotaciones

“Ni Bajas Ni Novedades”
Emilio Duca
Fuente: Archivo Dirección de Estudios Históricos dela Fuerza Aérea

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