“Nene” y “Chispa” las recordadas escuadras de Skyhawk

BAM San Julián, dos escuadrillas de Skyhawk A4B con tres bombas BRP, a punto de despegar con una pista semicongelada, los mecánicos con la clásica ceremonia de despedida, alentando al piloto que en su cabeza solo tiene una premisa: La misión a realizar.

El relato del amigo: Luis “Tucu” Cervera.

Estábamos de descanso en nuestro improvisado dormitorio que servía también de cuarto de situación. En ese momento nos informan que teníamos nuestra primera misión de bombardear a los ingleses que estaban atrincheradas en cercanías de Monte Dos Hermanas.

Coordinamos con los numerales los detalles para la misión y cada uno de nosotros se dirigió a su avión, casco en mano y a paso firme me dirigí a mi Skyhawk A4B C-212.

Con silencio de radio procedimos a realizar los primeros kilómetros desde las costas de Santa Cruz, estábamos en pleno vuelo con el reabastecimiento programado, cuando observe a mi jefe de escuadrilla, el Capitán Zelaya, no completar su recarga, desacoplar en forma violenta y comenzar un brusco descenso; consultado que sucedía, me informa que tenía sobre temperatura en el reactor debido a la ingesta de combustible por una fuga en el reabastecimiento y que en esas condiciones debía abortar la misión, fue ahí cuando quedé al mando de la escuadrilla para cumplimentar la misión asignada por la superioridad.

Mientras esto sucedía el Capitán Varela, líder de la escuadrilla ¨Chispa¨ me dice que él ira adelante debido a su experiencia, de esta manera el “Trucha” pasó a comandar el ataque y yo debía seguirlo  a 15/30 segundos atrás, para poder esquivar  las esquirlas de sus bombas. Concluido el reabastecimiento comenzamos el descenso manteniendo formación y teniendo visión con los “Chispas”  y controlando mi navegador Omega, de esta manera podríamos mantener el trayecto estudiado, trayecto que se realizó en tiempo y espacio tal cual se planificó.

Cuando comenzamos a volar al ras del agua, resulto mucho más fácil seguir la trayectoria de la escuadrilla que lideraba, ya que volaban tan bajo que sus reactores dejaban una estela sobre el mar, similar a los que dejan las lanchas, era una escena única e impresionante ver a esos A4B tan pegados al agua.

De esta manera y en correcta formación llegamos a la Isla Soledad, lo hicimos por el noreste y entramos de norte a sur.

En sobrevuelo sobre Malvinas, entró el controlador de radar interrogando… Hay alguien en el aire?, sabiendo sobre este tipo de operación respondimos al unísono los dos Jefes de escuadrillas, informando nuestro rumbo de aproximación y nuestra incursión sobre el objetivo.

Ahí nos enteramos a través del radar Malvinas sobre las (PAC) patrullas aéreas de combate que nos esperaban en la desembocadura sur y norte del estrecho de San Carlos, una sección de Sea Harrier sobrevolaban la zona de Bahía Agradable. Esto nos puso en alerta ya que sabíamos que estábamos rodeados y que no tendríamos por donde escapar después del ataque.

Viendo esta situación y ante las pocas alternativas en San Carlos, le informe al “Trucha” Varela de realizar un giro de 180º sobre el enemigo, sabiendo del riesgo a correr, pero saliendo por el mismo lugar que habíamos ingresado, desde ya menos peligroso para las PACs, sabiendo que ese sitio estaría desprotegido, a lo que contestó afirmativamente.

Mientras pasaron estos segundos de comunicación entre nosotros, los líderes de las formaciones, nos acercábamos al objetivo, mantener la distancia y seguir el rumbo de la escuadrilla “Chispas” se me hacia mas complicado debido a los cambios de rumbo y lo escarpado del terreno, no me permitía verlos con claridad.

De repente y entre las explosiones, escucho al Capitán Varela dar la orden a sus numerales, “tiren”, 12 bombas producen la suficiente explosión para que yo pusiera rumbo hacia ese lugar sabiendo que allí estaba nuestro objetivo y lamentando la caída de mis numerales.

En los metros finales hacia los ingleses, disparé mis cañones tratando de amedrentar a los artilleros que comenzaban su defensa, sorprendidos por nuestra llegada. Entre el humo de las bombas de la Escuadrilla del “Trucha”, observe la baja de cuatro o cinco helicópteros, casillas y refugios destruidos, y mucha tropa británica corriendo hacia donde podían buscando un sitio donde refugiarse, por lo que determine no tirar y hacerlo en otro lugar.

Haciendo un rasante y dejando el humo detrás, pude ver más helicópteros y tropa que corrían hacia otro sector, en ese momento di la orden a mi escuadrilla de lanzar.

En mi salida me cruce con un helicóptero Sea King que volaba en forma perpendicular de derecha a izquierda a mi misma altura, como yo traía la mira regulada con 260 mils para bombardeo rasante, comencé a disparar a ojo con mis cañones, mi munición trazante se perdía en ese monstruo que es el Sea King;  mi proximidad era tal que pude ver al piloto con casco celeste, a punto de chocarlo se me acabó la munición y lo esquive con cierta facilidad.

Estabilizo mi avión y una vez nivelado me dispongo a salir de la zona, es ahí cuando escucho al Alférez Dellepiane (Piano) que desesperadamente me gritaba  “por la derecha “Tucu”!!, por la derecha”, cosa que hice sin dudar e instintivamente puse unos  90º de plano inclinado, cerrando el viraje lo máximo que podía, eyecté todas las cargas externas (tanques suplementarios y TER bombera, para ahorrar combustible y mejorar la aerodinamia).  Ahí vi pasar muy cerca de mi carlinga dos misiles por mi izquierda, a todo esto mi avión casi pega contra el terreno producto del golpe del pie eyector de los tanques y TER, cosa que habría sido trágica. Viendo este panorama atine a nivelar los planos sacando viraje y ascendí un poco para continuar con una evasión más seguridad.

En esos segundos de maniobras y escuchas precisas, mire hacia ambos lados y no vi más a mis numerales, algo que me preocupó bastante porque para regresar y navegar más seguros era bueno estar juntos. De esa manera llegue al mar, tomando por el noreste de la isla, pegándome bien a ras del agua, y mientras tanto continuaba observaba la zona por si algún Sea Harrier me seguía.

Cuando me aseguré de que estaba solo, sin peligro de estar pegado en algún radar, comencé a prestarle más atención a la navegación, fue ahí cuando vi que tenía 2.000 libras de combustible y el mínimo que necesitaría para llegar a San Julián eran de1.900 libras.

Con un mar mas abierto, y cuando iba a comenzar a ascender me encuentro a unos 500 o 700 metros a una fragata cruzada delante de mi línea de vuelo, algo tan sorpresivo para los dos, que la fragata no se defendió ante mi presencia, algo que me costaba creer. Sin perder de vista su presencia y mirando alguna posibilidad de que me atacaran, vire suavemente poniéndome paralela a lo que en ese momento podría ser mi fin si lanzaban algún misil o utilizaban sus cañones. Hasta el día de hoy no pude entender como no la vi antes, y porque no me atacó.

Cuando creí estar lejos de su línea de fuego, no dude un instante más en tomar altura ya que debía hacer rápidamente por estar por debajo del mínimo de combustible.

Comencé el ascenso y a 10.000 pies entré en nubes, ascendí aun mas llegando a los 30.000 pies, seguí con mi ascenso hasta los 45.000 pies. Una vez nivelado coloque  potencia Bingo para ahorrar combustible ya que me pensé que no llegaba a BAM San Julián.

Ya con rumbo fijado y en pleno mar abierto, pensaba en un reabastecimiento en vuelo, cosa que no pude realizar porque el Alférez Dellepiane, mi numeral, había sido alcanzado con fuego de artillería en los tanques alares y perdía combustible.

Por ese problema se complicaba parte de la operación, porque si no reabastecía urgentemente se tendría que eyectar en medio del atlántico, por lo que opté dejarle libres las dos mangueras del Hércules reabastecedor, y así pudiera hacerlo sin interferencias, ya que para él era de vida o muerte la situación que lo apremiaba. Los momentos que vivimos en el aire de ese día fueron realmente trágicos, con tiempos limitados y un KC-130 que no se veía, llegando esta situación al máximo cuando el indicador de combustible marcaba cero, el “Piano” a los gritos hasta que pudo acoplar.

Vivimos momentos de dramatismo y luego de euforia, con la tranquilidad del combustible suministrado continuamos el vuelo con cargadas y bromas trianguladas entre los integrantes de la escuadrilla, la tripulación del Hércules y la gente que estaba en operaciones de la base donde nos dirigíamos.

Estando a unas 110 millas de San Julián, a 45.000 pies y con tan solo 300 libras de combustible remanente, puse el motor en Idle (todo reducido) y comencé un suave descenso tratando de planear lo máximo posible, así perforé unas tres capas de nubes hasta que vi la pista de aterrizaje.

Fue ahí cuando solicite a la torre de vuelo San Julián que despejara el circuito, ya que pensaba aterrizar directamente por estar en emergencia de combustible. Estando a unas 10 millas de cabecera de pista, divisé delante mío un A4-B también con intenciones de aterrizar, interrogué cuanto combustible tenia y el piloto el Alférez Moroni me contestó, 1000 libras. Entendiendo que Moroni  tenía suficiente combustible para esperar otra pasada, le pedí que realizara un 360º y me dejara la pista libre, cosa que realizó sin problemas y en forma inmediata.

Con tan solo 100 libras de combustible en el tanque principal, efectué los procedimientos, realice el aterrizaje, fui a plataforma y detuve el motor.

Me quedé sentado en mi A4-B, imágenes de la misión pasaban por mi mente, pero estaba realmente nervioso a la espera del Alferez Dellepiane, si tendría la suerte de aterrizar al fin. Mientras esto sucedía podía ver como mecánicos se reunían detrás de mi avión, miraban la cola y hablaban entre ellos, me intrigaba saber que pasaba con mi C-212.

Mientras todo esto sucedía divisamos a baja altura al

Hércules con el Alférez Dellepiane acoplado hasta final corta, fue ahí donde desacopló y procedió a aterrizar, en cuanto el “Piano”  tocó cabecera una nube de combustible pulverizado cubrió por completo el avión, lo detuvo rápidamente en pista y con premura abandonó el A4-B por lo que pudiera pasar.

Recién ahí, cuando todo estaba dentro de lo normal, descendí de mi avión más tranquilo y observe la inquietud de los mecánicos, la base del timón de dirección tenia cuatro agujeros de antiaérea que habían perforado la chapa sin haber tocado ningún conducto hidráulico, me reuní con los demás que estaban al costado de pista, comenzamos a abrazarnos y a festejar, estábamos realmente eufóricos, después de tantos nervios estábamos frente a la única misión de fuego cercano que se realizó con éxito y para lo cual estábamos entrenados.

Escuadrilla “NENE”:

Capitán Antonio Zelaya, (C-230)
Teniente Omar Gelardi, (C-227)
Teniente Luis Cervera, (C-212)
Alférez G. Dellepiane, (C-221)

Escuadrilla “CHISPA”

Capitán Carlos Varela, (C-222)
Teniente Mario Roca, (C-250)
Teniente Sergio Mayor, (C-235)
Alférez Marcelo Moroni, (C-237)

Nota: El reabastecedor, Hércules KC-130 TC-69 al mando del Vicecomodoro Luis Litrenta, despegó de Río Gallegos a las 09:15 y se dirigió al puesto de control de reabastecimiento aéreo. Al regreso de los A-4B Skyhawk, gracias a su pericia y constancia recuperó al “Nene 4″, tripulado por el Alférez Dellepiane que regresaba sin combustible, regresando ambos al continente a las 14:20.

“Tucu” Cervera

 

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